Spring: capítulo 4

Siento muchísimo el retraso. El viernes estaba cansada, y el finde no tenía Internet.  Yo aquí haciéndoos sufrir... Pero al menos tenéis dos capítulos esta semana. ^^ Este me gusta especialmente. Tiene, lo que yo llamo en broma "escena de cama". xD
4.- Never Give Up (Nunca te rindas).
Iris. Me habló, como en un sueño, y apenas la escuché.
-¿Te encuentras bien? Pareces perdida -me dijo.
-¿Perdón? -reaccioné.
-¿Tienes hambre? Ven, te compro algo.
Iris me compró una magdalena y una tableta de chocolate, que compartimos.
-Me llamo Iris -se presentó-. ¿Y tú?
-Lanna -le respondí, mirando la magdalena.
-Come, vamos. Te sentirás mejor.
-Eso no te lo discuto.
Iris rió, y yo me comí la magdalena en dos bocados.
-Así que... ¿Qué haces aquí, Lanna?
-Se trata de un amigo.
-¿Qué le ha ocurrido?
-Se ha caído de una yegua.
-Ya veo... ¿Está muy mal?
-No lo sé. He salido corriendo para no enterarme.
Iris sonrió.
-Deduzco que es alguien importante para ti.
-Mucho -asentí.
La sonrisa de Iris se hizo más amplia.
-Eso lo explica todo.
-¿Y tú? -le pregunté-. ¿Por qué estás aquí?
-Vinimos a pasar el fin de semana con mi tío. Aún no sé cómo se ha cortado dos dedos de la mano, mi padre y él habían salido de caza.
Ha sido cosa de un huargo*, pensé para mí misma, y sonreí.
-Yo también sonreí cuando me lo dijeron -comentó Iris.
Suspiré.
-Nunca te rindas -me soltó sin más.
Sonreí, comprendiendo la intención de sus palabras.
-Por supuesto. Gracias.
Iris miró hacia la puerta de la cafetería y debió reconocer a alguien, porque se despidió de mí y se fue.
Suspiré, y me terminé el chocolate. Cuando me levanté, fui consciente de que no conocía el hospital. Me había perdido. Decidí simplemente salir de la cafetería.
Mi tío hizo uso de sus superpoderes y me encontró en la entrada del hospital. Reprimí las ganas de salir corriendo, y él procedió a simplificarme lo que le pasaba a Jack. Aunque, después de que dijera "se recuperará", yo no escuché más. Se me llenaron los ojos de lágrimas, pero me las tragué. Aún así, no volví a prestar atención hasta que me dijo cómo podía ayudar. Asentí, sobreponiéndome a todos mis sentimientos.
-Mañana volveremos a verle, ¿te parece? -me ofreció mi tío.
-No. Hoy -dije. Aunque más bien lo ordené-. Mañana tengo clase, y... -me excusé, para suavizar mi tono.
-Bien -aceptó mi tío-. Sea.
Me llevó hasta su habitación. Tragué saliva para calmarme y me acerqué a la cama. Jack parecía estar, simplemente, durmiendo. Pero sabía que despertarlo no iba a ser tan fácil como en nuestra infancia, cuando le silbaba, como él me había enseñado, al oído, para asustarlo. Sonreí al recordarlo, mientras lo miraba.
-Os dejo solos. Haz lo que puedas -me pidió mi tío, y se retiró.
Decidí contarle lo que acababa recordar. Me sentí un poco estúpida, pero mi tío me había informado de que me escuchaba, inconscientemente. Era todo lo que podía hacer. Aunque por él estaba dispuesta a matar gente. Seguí recordándole algunos momentos de nuestra infancia, con una sonrisa nostálgica, hasta que no pude más. La situación me superó y tuve que llorar. Antes de marcharme, destrozada, me acerqué a su oído para susurrarle una última cosa.
-Lo siento.

Estuve yendo al hospital, acompañada de mi tío, día a día, durante dos semanas, hasta que, el miércoles 10 abril, me vino la inspiración. Decidí hablarle de su hermana. Le recordé cuanto sabía de ella, algunos momentos que los tres habíamos compartido, y le dije cuánto me reía cada vez que los veía a ambos gritarle a las vacas, perseguir a los perros y aterrorizar a las gallinas.
-¿Recuerdas cuando vuestro padre os regaló aquella espada? -le dije, mirando con cara soñadora por la ventana, como acostumbraba, para evitar llorar-. Un mandoble que no podías ni levantar, pero que Alerie blandía con facilidad. Vuestro padre la había conseguido en un mercado medieval. La adoraba, os la regaló en honor a su amor por Canción de Hielo y Fuego -sonreí-. Yo tampoco podía ni sostenerla. ¿Cómo se llamaba...?
-Hielo...
El corazón me dio un vuelco. Me giré hacia él lentamente, pasmada. Tenía los ojos entrecerrados, y una expresión de aturdimiento y cansancio.
-Jack... -pude decir, con la voz entrecortada. Intenté decir algo más, pero me atraganté con mis propias palabras.
Él giró la cabeza lentamente hacia mí. Sonrió.
-Se llamaba Hielo -me dijo.
-Ya lo sabía -le sonreí, y una lagrimita me corrió por la mejilla.
Respiré hondo, intentando calmarme.
-¿Qué tal...? -dejé la frase a mitad. Era mejor no forzarle.
-Pues...
-Déjalo, no te esfuerces, no es bueno -le corté.
Cerró los ojos. Yo no sabía cómo reaccionar. Quería decirle muchas cosas, demasiadas como para ponerlas en orden en mi cabeza. Respiré hondo. No sabía si reír, llorar, o las dos cosas. Lo que pude decir, fue poco.
-Te quiero.
Jack abrió los ojos.
-¿Como amigo? -bromeó.
-No te esfuerces, Jack. Relájate -le aconsejé-. Cuando estés mejor te responderemos a todo lo que quieras.
Fui hacia la puerta.
-No, espera -me llamó-. Sigue hablándome, no quiero que te vayas... aún -terminó.
-Vale -acepté-. Solo relájate y escucha.

Estuvo nueve días más en el hospital, recuperándose, hasta que le dieron el alta. Acudí, como ya era mi rutina, al hospital, con la excusa de ayudarlo a recoger sus cosas.
-¿Qué vas a hacer ahora, Jack? -le pregunté, mientras él se colgaba al hombro una mochila.
-Intentar recuperar mi trabajo en el hipódromo, para empezar -me respondió.
-Eso esperaba... -suspiré-. ¿Cuándo piensas...? -me interrumpí. No, no quería recordarle a sus padres- ¿... ir a la ciudad?
-No lo sé. ¿Este fin de semana, tal vez? -me sonrió. Fue una sonrisa forzada, y ello me dijo que le preocupaba algo.
-¿Qué te pasa?
-¿Habéis llamado a mis padres? ¿Saben algo de mí?
Negué con la cabeza. Jack suspiró con evidente alivio.
-Así es mejor. No quiero volver todavía.
Torcí la boca un momento, antes de decidirme a contarle lo que estaba pensando.
-¿Qué te parece tener un trabajo en la ciudad?
Jack volvió a sonreír, esta vez con verdadera alegría.
-¿En serio? -me preguntó, emocionado.
-Hemos estado hablando. No creemos que sea muy bueno para ti volver a acercarte a un caballo en una temporada.
-No me había parado a pensarlo.
-Verás... -empecé, poniéndome un dedo en la barbilla y desviando la vista hacia arriba-, ahora tenemos una cafetería, y habíamos pensado...
-¿En mí? -completó. Me miraba con una sonrisa de oreja a oreja-. Lanna, eso es genial.
-Habíamos pensado que podrías limpiar el local al cerrar.
-¡¿Quéeee?!
Me empecé a reír. Jack se puso rojo de vergüenza.
-Qué divertido -ironizó.
Me calmé, por no ofenderlo más. Salimos del hospital, mi tío nos esperaba en su coche.
-¿Ya se lo has contado todo? -preguntó.
-No -respondí. Jack me miró como si fuera a matarme-. Estoy en ello.
Subimos al coche y mi tío puso rumbo a no me importaba dónde.
-Mis padres te ofrecen un puesto de camarero -expliqué-. Pero como eres menor de edad, no pueden pagarte.
-Me preocupa más dónde voy a vivir -se recostó contra el asiento-. El lugar donde vivía antes queda lejos de la ciudad...
-Esa es la otra parte: vivirás con nosotros -Jack me miró con cara de asombro-. No podemos pagarte, pero tampoco te vamos a esclavizar.
Ambos nos reímos.
-Entonces, acepto.
Media hora después, llegamos por fin a mi casa.
-Tendrás que recoger tus cosas, Jack -le dijo mi tío-. Vendré mañana a por ti. Sobre las ocho de la mañana.
Mi tío se marchó, y cuando entramos, Jack estaba un poco cortado: hacía mucho que no veía a mis padres. Pero todo fue bien, y después de unas cuantas negociaciones y de establecer estrictas normas, llegamos a un acuerdo. Guié a Jack a su nuevo cuarto: justo al lado del mío. Fue en aquel momento en que fui plenamente consciente de que iba a vivir con él, con mi mejor amigo de la infancia. Me puse nerviosa, como una tonta. Su cuarto no era gran cosa, normalito, pero a él le encantó.
-Esto va a ser genial -comentó, tirándose cuan largo era sobre la cama. Se desperezó.
-Nada de dormir con ropa de calle -le recordé. Era una de las normas.
-Ya lo sé -me dijo, fingiendo enfado.
Ya era casi de noche, por lo que bajamos a cenar en seguida. La cena fue extraña, Jack seguía un poco avergonzado, pero se puso a babear al ver "tanta" comida.
-¿Pero dónde vivías antes? -le pregunté.
-En un albergue -me respondió-. Allí, o te das de codazos por la comida, o te acuestas con el estómago vacío.
Me encogí de hombros para excusarlo ante mis padres. Jack hasta rebañó el plato al acabar.

Aquella noche, no sé cómo ni cuándo, Jack se coló en mi cama. (N/A: Isthar fangirleando en 3, 2, 1...)
Oí abrir la puerta y me giré. Jack tenía un dedo en los labios mientras cerraba la puerta sin hacer ningún ruido.
-¿Jack? -susurré.
-¿Qué? -me respondió, en el mismo volumen. Seguimos hablando así.
-¡Eso debería preguntártelo yo! -murmuré.
-Es que estaba en mi habitación, solo, aburrido -me explicó, mientras iba acercándose a mí, con una sonrisa pícara-. Y me he dicho: voy a pintarle un bigote a Lanna mientras duerme.
-No cuela, Jack -le dije.
Se le borró la sonrisa de los labios y puso expresión de cachorrito arrepentido.
-Es que no quería dormir solo. En el albergue siempre hablábamos un rato antes de empezar a bostezar y quedarnos dormidos -se sentó en mi cama.
Suspiré, resignada.
-Tú ganas.
-¡Yip!
Se metió entre las sábanas conmigo, y se acomodó. Le dejé hacer solo porque sabía que aquello era como en nuestra infancia (o casi), justo lo que él había venido buscando.
-Hablemos -me pidió.
-Empieza tú.
-Aún no me has respondido.
Fruncí el ceño.
-¿A qué?
-¿Como amigo? -me repitió.
Me refugié echándome las sábanas sobre la cabeza.
-¡Oye! -se quejó.
Se metió también debajo de las mantas, y me miró, interrogante.
-No pienso responderte a eso -le dije, sonrojada. Me alivió creer que él no lo notaría.
Su sonrisa de suficiencia me dijo que acababa de delatarme yo sola. Me giré para darle la espalda, cada vez más avergonzada.
-Vamos, Lanna -me llamó.
Volví a mirarlo a la cara. A su cara de pervertido.
-¿Jack? -pregunté nerviosa.
-¿Qué? -me respondió-. ¿Tienes miedo?
Fue acercando su cara a la mía, aún con esa expresión, de la que no sabía si reírme o asustarme. Me puso una mano en la cintura y mi primera reacción fue intentar alejarme, lo que terminó en risas por lo bajini, ambos intentando no hacer ruido. Al final acabé entre sus brazos, todavía no sé cómo. Lo miré a los ojos y pude ver que él estaba tan nervioso como yo. Sonreí, con cariño, y me acurruqué aún más cerca de él. Desprendía calor, y me sentí arropada. Cerré los ojos.
-Buenas noches, Jack.
Él me abrazó un poco más fuerte.
-Buenas noches, Lanna.

*alerta spoiler 1.ª temporada de Game of Thrones: en la serie de la HBO Game of Thrones (Juego de Tronos), Jon Umber el Grande pierde dos dedos tras un mordisco de Viento Gris, el lobo huargo de Robb Stark

Hay una cosa que quería comentar sobre el capítulo anterior, y es que me gusta mucho el momento en que Jack se cae del caballo y Lanna no puede hacer nada. Con esa escena intenté demostrar que aún le quedaba mucho por madurar y que dependía de los adultos.
En cuanto a este capítulo, amo la última parte. Siempre quise escribir un momento así, siempre pensando que sería romántico.
(sigo sin firma)

Comentarios

  1. Me encantaaaaaaaaaa ^^ Qué pervertido LOL

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  2. AY. ASDADFADFAFGAGAGHA. Cómo lo sabías, ¿eh? Como me has calao' ya JAJAJA Pues la parte, bueno mejor dicho línea del ''3... 2... 1...'' la he leído antes de tiempo porque como SOY ASÍ DE LERDA Y A VECES ME DA POR LEER MÁS ABAJO ANTES DE TIEMPO PUES ME HE SPOILEADO A MÍ MISMA. Pero DA IGUAL. Porque me he emocionado igual las dos veces e.e ASDDFADFSFGAS Y sí, he fangirleado como la desequilibrada mental que soy e.e JJAJAJAJAJAJAJA
    Soy un poco depravada, pero Jack en es actitud me gusta más e.e Jep.

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  3. Muy bonito *-* Ha quedado muy romántico >w< Me gusta eso de que Jack se vaya a vivir con Lanna y menos mal que su caída se ha quedado en un susto ewe La "escena de cama" ha sido genial xD Muy divertida y con su toque romántico >w< Me ha encantado ^w^ Estoy deseando ver como les va a esos dos ahora que están aun más cerca el uno del otro *-*

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